1978- Se habla por primera vez de los “efectos tóxicos” de algunos alimentos.
1981- El Dr. Reichelt, demuestra que la digestión incompleta del Glúten y Caseína, producen sustancias opiodes, que pueden ser absorbidas por el intestino.
1991- El Dr. Shattock, demuestra que dichas sustancias son elementos importantes en el comportamiento de los niños con Autismo y TDHA.
El Dr. Waring, de la Universidad de Birmingham de Londres, revela que estos niños presentan el déficit de una enzima conocida como Sulfuro Transferasa, responsable de detoxificar el organismo y de eliminar los excesos de hormonas y neurotrasmisores, así como la falta de metabolización de los fenoles.
Las observaciones realizadas por el Dr. Teuvo Rantala, nutricionista clínico, (Helsinky), revelan que la los opioides son la causa base del Síndrome Autista, que el Autismo no se debe considerar como déficit mental y que la valoración temprana del niño, es fundamental para su recuperación, siendo ideal la valoración del Riesgo Autista por debajo de los 5 años.
El Dr. Jon Pangborn, publica “Autismo, Efectividad de los tratamientos Biomédicos” (Abril 2005). Es también un gran defensor de la tesis que relaciona el thimerosal (mercurio) en las vacunas y el Síndrome Autista. Su video puede ser visto en el siguiente enlace de YouTube: Dr. Jon Pangborn on The Vaccine Autism Connection:
Estos y muchos otros datos más, pueden ser recogidos desde internet, medios especializados en el tema y desde las páginas de las asociaciones de niños autistas, presentes en todos los países.
El motivo del “desconocimiento” del tema autismo-tratamientos biológicos, respeta a claros intereses creados por la industria farmacéutica. Baste solo pensar, que los productos más vendidos son los antidepresivos, neurolépticos y reguladores neurovegetativos.
Con una industria bien afianzada, sobre una clase médica muchas veces complaciente, que no cree en lo que predica: “La medicina basada en la evidencia”. Allí tenemos 1.000 niños que han, salido del Autismo, listos para ser valorados. Pero aún con las mejores intenciones, la presión es tal, que más allá de estas evidencias, de niños que han mejorado hasta niveles que rayan la curación, suelen estos mismos galenos afirmar que, “Si el niño se ha curado, entonces no era autismo”.
Una lamentable forma de ver las cosas, aún más clara e indiferente si el problema no nos ataña de cerca.
Para los médicos, que sí han querido escuchar más allá de sus propias creencias, se les ha abierto una puerta de conocimientos que progresivamente no ha hecho más que sorprendernos. Día a día hay cosas nuevas, día a día los niños mejoran. La carga emocional implícita en quien indica los tratamientos, me atrevo a decir que es similar a quien los realiza, los padres.
Para nosotros, son los padres, los verdaderos artífices de este milagro. Con su ahínco, dedicación y amor, pueden valorar los progresos obtenidos, y ser los jueces del Protocolo Biológico, en la espera que la medicina oficial vuelva a recuperar un poco de sus cimientos pasados y reconozca que se ha equivocado y que vale más darle una oportunidad a este tratamiento, para el beneficio de tantos niños.